
El foro nacional Futuraescena presenta al LAVA como ejemplo de buenas prácticas en la gestión de espacios escénicos
El Laboratorio de las Artes de Valladolid (LAVA) ha sido el centro elegido por el foro de debate Futuraescena, organizado por la Academia de las Artes Escénicas de España, como modelo de gestión de espacios públicos.
La tercera jornada de este encuentro, celebrada ayer en Matadero Madrid, expuso la experiencia del responsable de la programación del centro vallisoletano, Juan I. Herrero, al frente de este espacio; y los diferentes retos que enfrenta el futuro de los espacios escénicos de titularidad pública.
La búsqueda de vínculos con los creadores y la ciudadanía es una constante plenamente asentada en las estrategias que implementa el LAVA y que, como destaca Herrero, “pivotan sobre el derecho de acceso a la cultura”. Un derecho que, señala, sobrepasa la exhibición para adentrarse en un concepto más significativo: el encuentro.
“Queremos garantizar el acceso a la cultura al mayor número posible de ciudadanos a través del encuentro, facilitando espacios que sean habitados por realidades y personas diversas”, señala.
Este enfoque de servicio público asumido por el equipo del LAVA desprende varias lecturas. Por un lado, imprime su huella en una programación que, a partir del objetivo de “normalizar la singularidad”, incorpora propuestas “equilibradas e integradoras, pero sin paternalismos”.
“¿La propuesta tiene calidad? ¿Es capaz de medirse con el resto de programación que proponemos? Si es así, adelante. No esquivamos ningún tema”, sentencia Herrero.
Otra proyección de esta apertura al encuentro que busca activamente el LAVA es su programa Espacios Habitados, un proyecto de acompañamiento a la investigación y a la creación escénica, concebido bajo el modelo de residencia artística, que traspasa la aportación económica y la cesión de espacio para incorporar apoyo técnico y asesoramiento en todas las fases del proceso. “Esta ayuda puede ir desde buscar nichos para una investigación, contactos en diferentes áreas o asesorar de cara a la distribución de un espectáculo”, explica el responsable del LAVA. Señala, no obstante, que una de las particularidades de Espacios Habitados es “que no obliga a un resultado concreto, porque pone la importancia en el propio proceso creativo”.
Las diferentes manifestaciones de este modelo de gestión confluyen en la búsqueda de un encuentro real entre ciudadanos y creadores, con los espacios del LAVA como escenario impulsor de un diálogo orgánico.
“No queremos ser un espacio de exhibición de fin de semana, sino un centro de artes escénicas, donde se produzca un encuentro real entre los creadores y los vecinos”. Una idea que Herrero ilustra con el ejemplo de Espacios Habitados: “la única condición que ponemos a las compañías es que en algún momento de su paso por el LAVA se abra, de alguna manera, a la participación de la ciudadanía”.
Un nuevo paradigma y una nueva forma de entender la gestión de los centros culturales que pasa por convertir los espacios escénicos públicos “en ágoras de encuentro a nivel ciudadano y profesional, que propicien un encuentro real para los profesionales hablen de lo que le interesa realmente al ciudadano y los ciudadanos entiendan el proceso creativo”.
El futuro: retos y desafíos
No son pocos, confiesa, los retos a los que se enfrentan los espacios escénicos de gestión pública –y el propio sector-. Desde la perspectiva y la experiencia del LAVA, Herrero habla de la tecnología y su futuro, que pasará por integrar la Inteligencia Artificial –“protegiendo los derechos de autor”, puntualiza-; o la sostenibilidad entendida como un concepto amplio que abarca cuestiones relacionadas con la energía, la economía o las audiencias. En este último aspecto, el LAVA “genera dinámicas muy orgánicas con los públicos, que buscan profundizar en el diálogo y fidelizar a las audiencias”. Otro hecho diferenciador “al que deberíamos prestar más atención”, confiesa, “es la comunicación”. “En función de la pluralidad que abarca el LAVA deberíamos emplear diferentes canales, lenguajes y códigos, y eso no lo estamos haciendo”.
En el largo plazo, Herrero señala la necesidad de cambiar el paradigma de los espacios escénicos públicos, “que no deben centrarse sólo en la exhibición, sino que deben, también, acompañar a los creadores”. Es, reconoce, una visión “difícil de encajar en la administración” y que pasará “por incorporar a las plantillas nuevos perfiles profesionales que trabajen la mediación o el acompañamiento artístico”.